Por Ulises Huete Desde mi adolescencia escucho a Silvio Rodríguez sin que mi gusto e interés por sus canciones se desgaste con el tiempo. Sus melodías, sus imágenes y sus pensamientos, magistralmente trabados en sus mejores composiciones, siempre tienen algo significativo que decirme o recordarme sobre los temas que abordan. Yo escucho las canciones de Silvio por la misma razón que leo poemas: para enriquecer mi entendimiento de la vida y para deleitar mi espíritu. La obra de Silvio es prolífica y diversa, sin embargo, hay álbumes que se destacan más que otros. A mi juicio, uno de sus más logrados trabajos es Mujeres (1978), su tercer disco, que es una colección de canciones en donde las letras, los tonos, el colorido, la atmósfera y la música alcanzan un elevado lirismo. Diría que son composiciones impresionistas, si es válida la analogía entre ese estilo de pinturas y la textura de estas piezas musicales. Este es uno de los mejores ejemplos contemporáneos de poemas es